Hoy en día, ante todos los cambios sociales a los que no estamos sometiendo, tenemos que centrar nuestros esfuerzos en educar y educarnos. Con la seguridad vial como una de las asignaturas obligatorias. Ya que, a pesar del incremento en la propia formación de los conductores, miles de personas pierden su vida cada año en las diferentes carreteras de nuestro país.
Además, tenemos que tener en cuenta que toda esta aglomeración forma un espacio y un lugar de vida donde coinciden diferentes usuarios. Desde niños, adultos y mayores a vehículos de toda clase, mascotas, etc. Un espacio reducido, sí, pero lo suficientemente grande como para caber todos. Siempre que se cumpla el código de circulación en base al respeto mutuo entre seres y máquinas.
Educación vial desde pequeños
De esta forma, es imprescindible que los más pequeños descubran todo esto desde una edad temprana. Fomentando una buena actitud para protegerse a sí mismos de los peligros del tráfico, ya que los niños absorben con gran capacidad toda educación recibida. Como anticiparse a hechos o como procesar la información y realizar varias actividades en paralelo, inculcándoles así el respeto esencial hacia los demás. Y si esto se realiza practicando con el ejemplo, mucho mejor. Ya que la seguridad vial implica una unión entre las prácticas escolares y las familiares.
Peatones, pasajeros, ciclistas, mayores…Todos tenemos derechos, pero también obligaciones. Se ha de fomentar la concienciación de cada grupo para definirse a través de un estilo de vida saludable, reconocer las limitaciones y habilidades de cada uno, modificar los defectos y saber renunciar cuando se asume que las dotes no están a la altura para ofrecer la máxima seguridad.